15.7.09

Portuñhol


La estructura del cocoliche es completamente personal y refleja la existencia de quien habla. En ella no hay posibilidades de error: cada cocoliche es la huella de una vida, una profesión y los recuerdos personales de quien habla. Es un espacio lingüístico existencial, intransferible. Nunca se intentó una gramática cocoliche; es imposible: rige en ese espacio la libertad completa, la temida anarquía, ¡la mezcla! Hablo lo que soy.
No existe ni siquiera una posibilidad de que se cometa un error. Nunca hubo una escuela o una academia de cocoliche. Los cocoliches son propiedad intransferible e inalienable: dos cocoliches son tan diferentes entre sí como lo son las vidas de los que los hablan. El verbo es la vida.
El cocoliche siempre fue juzgado desde afuera, desde alguna de las dos lenguas que lo generan. Entonces aparece plagado de errores e impurezas. Nunca se le concede autonomía, espacio propio. Nunca se lo piensa desde adentro.
(Jorge Barón Biza, La libertad del cocoliche, publicado en el Suplemento Cultural del diario La Voz del Interior, de Córdoba, el 4 de febrero de 1999. )